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domingo, 5 de julio de 2015

Beware the boy: Jake Bugg




Jake Edwin Kennedy nació en 1994 en Nottingam, Reino Unido, y a día de hoy ha tocado en festivales tan importantes como el de Glastonbury. Cuesta creer que alguien tan joven tenga ya actuaciones tan grandes a sus espaldas, pero cuesta todavía más si se tiene en cuenta que lleva tocando la guitarra desde los 12 años y que nunca ha recibido clases musicales. Es todo un autodidacta que ha sabido inventarse en menos de una década como músico. "Pero bueno", me dirás, "si estamos cansados de ver gente en YouTube que toca de miedo y que jamás ha recibido ninguna clase". Es cierto, pero ¿cuántos de esos han triunfado  en el mundo de la música con 19 años? Espero que no me contestes ninguna barbaridad, que ya sabemos todos que hay chicos/as con cara bonita y poca vergüenza que son multimillonarios gracias al mundo del espectáculo (que no de la música). A lo que me refiero es que hay pocos compositores que triunfen en tan poco tiempo.

¿Qué tiene Jake Bugg para haber explotado (musicalmente hablando) de tal manera? No hay una sola respuesta.

Empezaré hablando de su voz. Jake Bugg tiene una voz nasal y potente. Así es como la describiría de forma rápida. Es una voz característica y como tal, para bien o para mal, no suele pasar desapercibida. Es cierto que conozco a gente que no le gusta la voz de Jake Bugg. “Está bien para un rato, pero luego cansa”. Lo entiendo e incluso lo comparto hasta cierto punto, pero a mí me sigue pareciendo una voz muy especial y atrayente.

Por otra parte está la guitarra. Jake Bugg tiene muchas canciones en las que el único acompañamiento de su voz son las seis cuerdas. Y para que una persona llegue lejos cantando simplemente con una guitarra lo tiene que hacer muy bien. Jake ha sido un buen autodidacta, y así lo acreditan sus canciones. Ya sea mediante un acompañamiento de acordes rasgados o mediante arpegios, sabe hacer que guitarra y voz encajen a la perfección y den ese toque especial a cada canción que marca la diferencia entre “una canción sin más” y “una canción que vale la pena”.

Si su voz y su guitarra son claves imprescindibles en su éxito musical, no son suficientes por sí solas. Jake Bugg, como muchos artistas antes, ha sabido combinar muy bien diferentes estilos. Folk, country y rock, principalmente. Pero si hay algo que de verdad caracterice a Jake Bugg son sus aires de chulería y confianza en sí mismo. Pues vaya, ¿no? Tenemos a un veinteañero famoso y prepotente, qué novedad. Espera, que aún es pronto para juzgar.

Primero hay que hablar de lo que llevo rondando cada vez más de cerca a lo largo del artículo: su edad. Sí, 19 añitos cuando empieza a salir a la luz. Si hacemos un poco de memoria, ¿qué clase de artistas nos vienen a la mente con esa edad? Efectivamente, los de la cara bonita que decíamos antes. Por eso, tener 19 años puede resultar un inconveniente. Jake Bugg se ha tenido que distanciar de esa clase de gente porque, desde un principio, debido a su juventud (y a su pelo de Beatle) la gente tendió a pensar que se trataba de otro showboy más. De ahí que haya decidido tomar el papel de chico duro. ¿Qué pasa entonces? Que la edad pasa de ser un posible inconveniente a convertirse en su principal aliado. Jake Bugg es considerado por mucha gente como el espíritu de un joven que defiende la buena música en tiempos en que los jóvenes sólo escuchan chunda-chundas infernales. Bueno, he de decir que yo no soy de esta opinión. Lo que sí es cierto es que este chico tiene un alma rockera que, aunque está en proceso de maduración, está dando sus primeros pasos de gigante como diamante en bruto que es.

Yo creo que lo que se saca de todo esto, al fin y al cabo, es que Jake Bugg es un chico de 20 años que hace buena música. Tampoco hay que darle muchas más vueltas (aunque creo que es tarde para decir esto, después de haberle dedicado un cuarto de hora al temita).


Y entonces, ¿qué es lo que tengo que esperar de la música de este hombre? Básicamente se puede resumir en: canciones acústicas y melódicas, por un lado; y canciones rockeras y ruidosas, por otro. Escasean las canciones que se sitúen en un término medio.

Su primer disco, titulado Jake Bugg (2012), tuvo bastante éxito y repercusión. Sin duda, es uno de esos discos que se cogen al azar y que, al escuchar las primeras canciones, uno está seguro de haber hecho el descubrimiento del año. El disco empieza con Lightning Bolt, un rock acústico con una fuerza sobrecogedora. Al escuchar esta canción por primera vez se abre una puerta, y lo que asalta la mente es la curiosidad de seguir descubriendo qué nos puede deparar este artista. La siguiente, Two Fingers, aunque tiene un ritmo más pausado, sigue teniendo un alma rockera. Mantiene las expectativas bien altas. Parece casi seguro que nos encontramos ante un chaval que sabe hacer un rock potente con alma salvaje y auténtica, sin necesidad de electrificar las seis cuerdas que toca. Taste It es el siguiente tema que, aunque tiene el mismo estilo, baja un poco el nivel con respecto a las dos primeras canciones. Entonces es cuando viene Seen It All como una bocanada de aire fresco. Un inicio suave y fluido que, aunque es bastante típico, contrasta de forma agradable con las anteriores canciones. Se abre la veda para las canciones acústicas y sensibles. Simple As This merece la calificación de "canción bonita". Es cálida y brillante. La guitarra y la voz característica de Jake Bugg permanecen en perfecta armonía durante todo el desarrollo de la canción. Todas estas canciones van preparando el terreno para las dos que, personalmente, más me transmiten: Country Song y Broken. La primera de ellas hace honor a su nombre y tiene un alma country que Jake Bugg sabe transmitir perfectamente con su voz y el punteo suave y delicado de su guitarra acústica. Por otro lado, Broken tiene una fuerza que no desprende del volumen de los amplificadores, sino de la emoción que consiguen desprender los desesperados arpegios del comienzo, así como el épico estribillo. Son dos obras maestras que bien se merecen una entrada en este blog. A partir de aquí es cierto que el disco pega un bajón notable. Es difícil mantener el listón de la primera mitad. Aun así, son dignas de mención Slide y, sobre todo, Someone Told Me, que, teniendo una armonía prototípica, contiene ese alma country que emana tranquilidad.

Al año siguiente salió Shangri La, un disco que, sin duda, tenía unas expectativas muy altas. A mi parecer, desgraciadamente, fue un profundo desatino. Jake Bugg, con su alma de adolescente incomprendido, llenó el disco de canciones ruidosas, con guitarras desgarradoras y melodías monótonas. Un ejemplo es la estrofa de Slumville Sunrise, canción que por lo menos tiene un estribillo más melódico. La mayoría de los temas presentan una estructura similar, y se empiezan a echar de menos estribillos que no se identifiquen por los gritos agudos de Jake y por las guitarras y baterías desatadas. Hay algunas canciones que se salvan, como Me And You, acústica y apaciguadora. Messed Up Kids tiene un "algo" que suena bien, aunque igual sólo sea el hecho de que su inicio me recuerda a alguna canción de Bruce Springsteen. Simple Pleasures es una canción un tanto diferente que, aunque sea debido a su contraste con el resto del disco, llama la atención.

El caso es que Jake Bugg empezó con una música rompedora y con mucho talento. Sus estilos acústico y rockero combinaban a la perfección, dotándole de un signo de identidad distintivo. Sin embargo, su esencia se fue deshinchando a medida que se fue desatando el ruido y centrando en los gritos y distorsiones sin sentido. 

Sin embargo, es pronto para juzgar que el arte de este chico fue un espejismo pasajero. Su segundo disco puede no haber sido adecuado, pero pueden llegar más que, a medida que madure la música (al tiempo que madura el autor), recupere el sentido y el espíritu del joven abanderado de la resurrección del alma rockera.





Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de Jake Bugg en Spotify con el nombre Jake Bugg (OWS).

lunes, 1 de junio de 2015

Ahora o nunca: First Aid Kit



Corría el año 2008 cuando las hermanas Klara y Johanna Söderberg, naturales de Estocolmo, subían a YouTube una versión de una canción de Fleet Foxes. Actualmente, el vídeo tiene más de cuatro millones de visitas, y en su momento fue el trampolín que les permitió ganarse la fama y confianza suficiente para sacar su primer EP.

First Aid Kit ha progresado de una forma abrumadora desde sus inicios, tanto a nivel musical como comercial. Hace siete años -cuando Klara tenía 15 y Johanna, 18- que empezaron su andadura musical. Hoy, con un EP y tres discos a sus espaldas, se están abriendo un sitio en el mercado americano y británico; lo que se traduce en que pronto serán mucho más conocidas en el resto del mundo. He ahí el por qué del título de esta entrada. De acuerdo con el objetivo de este blog -dar a conocer grupos relativamente desconocidos-, o me daba prisa en escribirla o pronto dejaría de tener sentido. Y tenía que hace una entrada de First Aid Kit. Es un grupo que significa mucho para mí desde que lo conocí.

La música de este dúo es suave, cálida y agradable, a la par que ambiciosa y poderosa. Sin duda el gran éxito de las dos hermanas ha sido el saber hacer música folk que, si bien en un principio no se alejaba mucho de los cánones, ha ido evolucionando de una forma muy acusada y con gran talento. First Aid Kit es un grupo dinámico que se reinventa constantemente. Por supuesto, entre lo más destacable de su música se encuentra la voz de Klara, potente y limpia, así como los coros de Johanna, siempre armonizando de una forma verdaderamente bella.

Drunken Trees, su primer trabajo, cuenta con siete canciones de una calidad insospechada, sobre todo si se tiene en cuenta la corta edad de sus autoras. Pero Klara y Johanna comenzaron su camino pisando fuerte. Si bien la primera canción, Little Moon, puede pasar algo desapercibida, el resto del EP no tiene desperdicio. You're Not Coming Home Tonight es una canción que, con aires de armonías "country", recoge la esencia de la primera etapa de First Aid Kit. Acordes sencillos acompañados de una melodía vocal que desprende una fuerza tremenda cuando, en el estribillo, queda arropada por una segunda voz. También destacar Our Pretty Ways, mi canción preferida de este EP. Tiene unas cadencias preciosas, y la melodía se desliza sin resistencia alguna entre la armonía musical del tema. Desprende belleza y poderío a partes iguales. Cross Oceans es la última canción, y muestra cómo First Aid Kit también sabe de ritmo; aunque es Jagadamba, You Might el tema que, sin duda, más resalta la enorme personalidad que ya tenían las hermanas Söderberg por entonces; un potencial que se irá desarrollando de forma todavía más notable en sus trabajos posteriores.

Su primer LP salió en 2010 bajo el nombre de The Big Black and the Blue. Este disco sigue con una tendencia folk, como se puede apreciar en I Met Up With The King, la canción más característica de este trabajo, y Hard Believer. Las dos canciones mantienen la estética tradicional en la que la protagonista es la voz y la principal acompañante, la guitarra. Pero posiblemente los temas que más destaquen, debido al contraste que generan con el resto del disco, sean Heavy Storm y Winter Is All Over You. Estas dos canciones rebosan originalidad y talento, con armonías más atrevidas e intrincadas, así como con un estilo que se distancia parcialmente del más puro folk. Sin duda, este juego de géneros musicales aporta al disco una dimensión más profunda, y más divertida.

Su siguiente trabajo, The Lion's Roar (2012), es posiblemente el que menos "experimentos" alberga en su interior. Fieles a su estilo, intentan jugar con las diferentes facetas del folk, consiguiendo sus canciones más alegres, como Blue o King Of The World (que cuenta con la estelar colaboración de Conor Oberst), que pueden pecar de superficiales, con armonías y melodías muy prototípicas. Pero sin embargo los mayores logros de este disco son sus dos primeras canciones: The Lion's Roar y Emmylou. Las dos cuentan con unas melodías preciosas y una fuerza estremecedora. Son de esas canciones que no quieres que acaben nunca. El resto del disco, aunque mantiene bien el equilibrio, baja un poco el listón (que, hay que decirlo, está muy alto).

En su último disco, Stay Gold (2014), es donde se ve el mayor progreso del grupo, pudiendo establecer casi el nacimiento de First Aid Kit 2.0. Aunque siguen teniendo ese "no sé qué" propio y característico de su música, My Silver Lining, la primera canción, ya anuncia de forma sobrecogedora que lo que está por venir es más grande, más ambicioso y más épico que todo lo que se haya podido escuchar antes de este grupo. Con una música mucho más instrumentada y una atmósfera mucho más presente y profunda, First Aid Kit evoluciona con su enorme talento, componiendo canciones verdaderamente asombrosas. A parte de My Silver Lining, probablemente la canción más famosa del grupo actualmente, las cuatro canciones que la siguen mantienen la fuerza característica del disco. Con letras que hablan de superación y mejoría, First Aid Kit enmarcan una epopeya dentro de un disco de folk, algo insólito hasta el momento. Sin duda un trabajo magnífico que cuenta con otras obras de arte como la propia Stay Gold, Shattered & Hollow (una canción de amor... ¡que tiene sentido!), Master Pretender, Cedar Lane o A Long Time Ago, la última canción, que cierra el disco de una forma muy tranquila, como si nada de lo que se ha ido escuchando a lo largo del mismo hubiera existido jamás.

Pero First Aid Kit sí existe, es muy real y cada vez lo será más, a medida que vayan ganando el reconocimiento que se merecen. No sabemos cómo pueden sorprendernos en su próximo disco, al cual, si mantienen el ritmo que han llevado hasta ahora, no le quedará mucho tiempo para ver la luz.

Que lo que empezó con una versión de una canción entre los bosques de Suecia termine con sus propias canciones en los hogares de la gente. Sin duda, la buena música es salud y bienestar.



Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de First Aid Kit en Spotify con el nombre First Aid Kit (OWS).

sábado, 9 de mayo de 2015

Los nuevos gangsters de Chicago: The Gray Havens



De gangsters tienen poco, pero esta pareja de Chicago tiene mucho que decir cuando cargan las guitarras, apuntan y disparan su música. Directa a tus oídos. Tan sencillo como lo son sus acordes y tan potente como lo son sus melodías.

El matrimonio, compuesto por Dave (principal compositor, cantante y guitarrista) y Licia (corista), empezó su andadura en el mundillo de la música en el verano de 2012, cuando lanzaron su primer EP, Where Eyes Don't Go. A través de plataformas de internet (thegrayhavens.bandcamp.com, thegrayhavensmusic.com) se fueron haciendo ligeramente conocidos entre los admiradores de la música sin complicaciones y con fuerza suficiente como para elevar a una persona y hacerla levitar unos centímetros por encima del sofá un domingo por la mañana. Eso fue lo que me pasó la primera vez que los escuché. Este primer trabajo musical cuenta con seis canciones de las cuales cinco son realmente refrescantes. La última, personalmente, mejor que no la hubieran grabado (a no ser que tu canción sea Amo a Laura). Pero, dejando esa canción "especial" de lado, el resto del EP es digno de ser escuchado. Sus canciones tienen armonías sencillas y fluidas, instrumentadas con humildad y, eso sí, sustentadas por las maravillosas melodías protagonizadas por la clara voz de Dave. Si hay un signo de identidad de The Gray Havens, desde luego son las melodías vocales, que más bien parecen pinceladas de colores cálidos. Puede ser que el estilo no sea tu preferido, pero las melodías no van a ser las responsables de ello. No dejan lugar para el aburrimiento.

Where Eyes Don't Go empieza con lo que podría considerarse un contundente aperitivo de lo que viene después. Where It Goes es una canción para calentar motores, sobre todo porque la siguiente canción, Silver, es probablemente la canción más famosa de este EP (cuenta con más de 10.000 visitas en YouTube). Con una armonía típica o prototípica, esta canción se eleva gracias a, cómo no, la voz de Dave. Gray Flowers, el siguiente tema, mantiene el ánimo elevado con una esencia que invita al buen rollo. Como la vida misma; ¿puede haber algo más romántico que las flores? ¿Y algo más ordinario que el gris? ¿Flores grises? Pues eso. Train Station nos transporta, entre raíles y vapor, a un lugar tranquilo que está tan lejos o tan cerca como podamos estar de nosotros mismos. Una melodía de nuevo preciosa. Pero preciosa de verdad. Todas estas canciones nos guían hasta la quinta canción del disco, Music From A Garden, mi canción predilecta. ¿Cómo se puede hacer algo tan fluido con una armonía que, de forma inapreciable, se vuelve compleja, se enreda y se desenreda para dejar una sensación de que todo está en su sitio, tal y como debería ser? Finalizando el disco en la penúltima estación (si acaso, para los más aventureros, pase darle una oportunidad a Let's Get Married, la última y fatídica canción del disco) habremos dado con un verdadero regalo para los oídos. Como dicen: lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Pero te quedas con ganas de más.

Así estuve esperando a que saliera, por fin, el primer disco de The Gray Havens el 1 de enero de 2015. El disco mantiene el estilo de su primer trabajo, si bien hay algún pero. Su inicio es tal como te lo esperas, o quizá mejor por aquello de que "segundas partes nunca fueron buenas". Sin embargo, las primeras canciones no decepcionan en absoluto.

The Inheritance es una excelente manera de abrir fuego. Es que es pura esencia; esto es The Gray Havens. Guitarras, tranquilidad, emoción, rabia, melodías, armonías... Songs In The Night continúa el viaje con la misma perspectiva, pero esta vez con más poder, más heroicidad. La siguiente canción, The Stone, es "la" canción. La escuché del orden de diez veces seguidas en cuanto estuvo a mi alcance. Es un Taj Mahal construido a partir de palillos de madera. La variedad hecha a base de humildad y sencillez. A ver quién se hace una canción con tres acordes que quede tan dimensional.

Sirens es la canción que, sin ser "mala", aventura un bajón peligroso. Un tanto pretenciosa, intenta ser un grito de rabia, un "aquí estoy yo", pero acaba perdiéndose entre las olas, extraviada por los fatales cantos de sirena. Pero no hay que ser catastrófico, el disco aún puede levantar la cabeza; el barco no ha llegado a hundirse. A rescate sale la siguiente canción, Jack and Jill, Pt. 2, como una Zodiac de emergencia. Lo único que la lancha se pasa de frenada. Es una canción tan desenfadada que por poco se pasa de simplona. Sin embargo, los verdaderos "peros" llegan con Music, They Call Me y con Stole My Fame (To Grace). Son canciones que se alejan de The Gray Havens. Cuidado, que no estoy criticando la polivalencia. Pero la primera canción se asemeja más a una superproducción discográfica que a una idea original de un grupo indie. En cuanto a la segunda, podría perfectamente ser cantada por Chayanne, y con eso lo digo todo.

Por suerte, el disco se reestructura en las últimas tres canciones que, sin ser baluartes del trabajo de The Gray Havens, te recuerdan que lo que estás escuchando es un grupo de reciente formación que aún está dando sus primeros pasos, pero con firmeza. Far Kingdom cierra el disco de forma tranquila, guiando nuestros pensamientos a un reino tranquilo y pacífico, algo que nunca está de más.

Con todo, la música de The Gray Havens, con sus más o menos, está en plena erupción. A veces tropieza, y a veces encuentra un tesoro. Como un niño curioso que da sus primeros pasos en un mundo todavía por conocer.



Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de The Gray Havens en Spotify con el nombre The Gray Havens (OWS).

lunes, 28 de julio de 2014

El ave fénix: Sixto Rodríguez



Sixto Rodríguez nació un 10 de julio de 1942 en el barrio más pobre de la ciudad más putrefacta de Estados Unidos: Detroit. De padres mexicanos y familia humilde, poco le esperaba en la vida al joven flacucho de Sixto. Sin embargo, un buen día le dio por coger la guitarra y el milagro... no surgió. Aún es pronto para hablar de eso.

Rodríguez tocó en bares de la ciudad y vagaba sin pena ni gloria por los guetos. En 1967 consiguió grabar un sencillo llamado I'll Slip Away, el cual no tuvo ninguna repercusión en el panorama musical... ni siquiera en su vida. Más tarde, en 1970 y 1971, respectivamente, grabó sus dos grandes y únicos discos: Cold Fact y Coming From Reality. Aunque pasaron completamente desapercibidos en Estados Unidos, el germen ya estaba circulando. Pronto su música se haría famosa en lugares como Sudáfrica, Australia o Nueva Zelanda, aunque sin conocimiento de Sixto. Vivió como pudo trabajando en la construcción hasta que, en 1979, con un disco de platino en Australia (At His Best), realizó allí una gira de la que salió un disco en directo (Alive). Sin embargo, poco después volvió a caer de nuevo en el olvido.

En 1998, su hija descubrió que su padre también tenía seguidores en Sudáfrica. Realizó allí una gira, lo cual le impulsó a realizar más conciertos en Suecia y de nuevo en Australia. Sin embargo, Sixto permanecía completamente desconocido para el resto del planeta Tierra. Su renacimiento como artista apareció cuando, en 2012, Malik Bendjelloul realizó un impactante documental sobre su historia titulado Searching for Sugar Man. A partir de ahí, Rodríguez pudo disfrutar del éxito que se merecía, así como el resto del mundo pudo disfrutar del gusto de conocerle.

Ahora queda hablar de lo más importante: su música, claro está. Sentarse a escuchar un disco de Rodriguez es realizar un viaje a través de las emociones. Idas y venidas. Caminos lisos y predecibles, otros completamente nuevos y sorprendentes. Desde luego no te deja indiferente.

Sixto marca en sus canciones la huella de su difícil vida. Su música suena a trabajo y dolor, pero también a esperanza y superación. De sus letras, influidas también por su pasado, sólo decir que son pura poesía, y que no había encontrado a nadie capaz de hacerle a sombra a Bob Dylan en este ámbito hasta que le escuché a él. Las historias que cuenta, cómo da una vuelta de tuerca a cada frase de modo que suena más vibrante y evocadora… lo que hace con el lenguaje está sólo al alcance de unos pocos elegidos. Además, el modo de cantarla, con esa voz medio nasal tan característica, la eleva a un nivel más, con más autenticidad.

A parte de la voz y las letras, otro sello distintivo de Rodríguez es el acompañamiento de guitarra acústica con acordes sencillos, que a veces parecen más aporreados que otra cosa. Esto, que evoca aires de músico callejero, contrasta con los recurrentes violines que emplea en muchas de sus canciones y que complementan de una forma peculiar lo que el mundo está acostumbrado a escuchar de un cantautor en acústico. Además, los violines suelen ir en las canciones junto a punteos de guitarra que, como si se trataran de finas pinceladas, embellecen y colorean la canción en su conjunto.

¿En cuanto al estilo de Rodriguez? Pues si bien es considerado normalmente como cantautor con influencias del rock psicodélico, lo cierto es que es mucho más que eso. Sixto Rodriguez es un camaleón. Es cantautor, rockero y psicodélico, sí. Pero lo mismo te hace una canción con dos acordes como te monta un tema orquestado en mil escalas diferentes. Lo bueno que tiene –lo mejor que tiene– es que nunca sabes por dónde va a venir en la siguiente canción. Sólo sabes que va a tener ese algo que te va a encantar.

En cuanto a canciones, pues en fin. Lo mejor es recomendarlo todo, que al fin y al cabo sólo sacó dos discos. Pero si hay que destacar canciones, las obligadas (las top) serían Sugar Man, Crucify Your Mind y I Wonder. Las tres se encuentran en su primer disco, Cold Fact, y cada una tiene motivos para ser considerada obra maestra. Sugar Man es, sin duda, la canción más famosa de Rodriguez, en parte gracias al documental antes mencionado (Searching for Sugar Man). Es la que le ha “encasillado” de algún modo en el estilo del rock psicodélico para aquellos que no se han parado a escuchar ninguna otra de sus canciones. Pero lo cierto es que su misticismo es innegable y cautiva desde el primer acorde. Crucify Your Mind es probablemente una de mis canciones favoritas de Sixto. La joya de la corona. Una canción que no se podría catalogar fácilmente, pues tiene un poco de todo. Un poco de alegría y un poco de nostalgia. Supongo que su poder reside en que, al fin y al cabo, así es la vida. Por último, I Wonder destaca porque, a pesar de su sencillez musical, tiene un poder tremendo, en parte a la línea de bajo tan bien definida como a los teclados que la sustentan en todo momento. Pero si hay una cosa que hace a estas tres canciones diferentes del resto es el poder que tuvieron en su época. Las tres fueron himnos para tiempos en los que la censura estaba a la orden del día (sobre todo en Sudáfrica) y en los que escuchar canciones sobre drogas, libertad o sexo era impensable. Ojo, que no quiero ensalzar las drogas o el sexo. Pero lo cierto es que fue algo revolucionario que potenció la formación de grupos reivindicativos que hablaran de los problemas de la sociedad y de la necesidad de libertad de aquellos lugares oprimidos.

Pero, como he dicho, Rodriguez tiene muchos temas de muchos estilos, y desde luego no es un artista de tres canciones. No me voy a quedar a gusto sin recomendar algunas canciones con pura alma rockera, como Inner City Blues o Heikki’s Suburbia Bus Tour y otras baladas sublimes, como Cause, I Think of You, To Whom It May Concern y Sandrevan Lullaby: Lifestyles. Decir también que A most disgusting song es un poema terriblemente acojonante. Por último cabe destacar que Sixto, como buen psicodélico, tenía sus idas de olla como bien lo demuestra Gommorah (A Nursery Rhyme). Escuchadla y veréis a qué me refiero.

Y eso, que me pongo a recomendar canciones y no paro. Terminar diciendo lo que he dicho antes, que Rodriguez tiene dos discos que bien merecen ser escuchados de arriba abajo unas cuantas veces. Y que gracias a todos los que han hecho de este hombre un hombre famoso, de tal manera que hayan llegado a mis oídos sus acordes vagabundos. Ahora trataré de compartirlos.



Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de Sixto Rodríguez en Spotify con el nombre Sixto Rodriguez (OWS).

lunes, 31 de diciembre de 2012

Sorprendentemente desconocidos: The Jayhawks



Hace poco menos de un mes vi (en la casa vieja) un disco que me llamó la atención. La portada en sí no es que fuera extravagante o colorida,  pero había algo que me cautivó. Music from the North Country: The Jayhawks Anthology. Pregunté por su estilo. "Country un poco raro", contestó ella. Pasaron los días y me olvidé del grupo, hasta que me topé con ellos de casualidad en internet ("el destino", pensé yo). Y aquí estoy ahora, dedicándole una entrada al grupo que hace un mes me era desconocido, y que ahora suena hasta en mis sueños (literalmente). 

"Country un poco raro". La verdad es que es un estilo algo peculiar. Tiene algo de country, de rock y de folk, principalmente liderados por guitarras, con algunos acompañamientos de violines o pianos y algún que otro solo de armónica. Su andanza comenzó en 1986, con The Bunkhouse Album, y su música ha ido madurando paulatinamente, dejando trabajos verdaderamente valorables, como Hollywood Town Hall (para mi gusto destacan las canciones Waiting For The Sun y Two Angels); Smile (la canción homónima es verdaderamente conmovedora, y además cuenta con otras de un gran valor artístico, como I'm Gonna Make You Love Me, What Led Me To This Town o Better Days); y Mockinbird Time (con Hide Your Colours, She Walks In So Many Ways y Pournig Rain At Dawn como principales obras). Pero mi disco preferido de este grupo, producido en 2003, es sin lugar a dudas Rainy Day Music. Un disco perfecto para escuchar tanto si está lloviendo como si hace sol, con temas tan impresionantes y emotivos como Save It For A Rainy Day, All The Right Reasons o You Look So Young, sin olvidarnos de Angelyne y Tailspin.

Mucho título he puesto, es cierto, pero es sólo para tener referencias, escucharlas e introducirse en su música. Para ello está muy bien su último álbum recopilatorio (el que descubrí y por el cual estoy escribiendo esto, y tú/usted estás/está leyendo esto). 

Puede que yo sea algo imparcial con este grupo, pues no es sólo su música lo que me gusta, si no los recuerdos que me traen (y los que me traerán) y el significado que tiene para mí. Pero sin duda los considero buenos a nivel musical, y sobre todo a nivel de arreglos vocales y melódicos. La voz característica de Gary Louris es suavidad que combina con los acordes sencillos (normalmente triadas, sin buscar complicaciones armónicas) y los ritmos country y folk de su música de una manera delicada. 

Excelente remedio para los días más grises, y perfecto acompañante en los viajes largos. The Jayhawks, también conocidos como "la mejor banda desconocida", te está esperando.



Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de The Jayhawks en Spotify con el nombre The Jayhawks (OWS).

sábado, 8 de diciembre de 2012

Into the woods: Fleet Foxes



Mucho he tardado en hacer una entrada sobre este grupo. Su fama va creciendo exponencialmente, de acuerdo con la calidad de su música. Fleet Foxes es un grupo diferente. Es armonía, sobre todo armonía. Es melodía. Melodía... Voces que se mezclan, se separan, se unen, se solapan. Punteos de guitarras, ritmos marcados, voces, voces y más voces. Es folk elevado al cuadrado, o a la enésima potencia. Es otra vuelta de tuerca. Es un folk lleno de delicadas melodías, sustentadas por complejas armonías y ese "espíritu" (no sé cómo llamarlo) único y diferente, que empuja hacia adelante.

Hoy he hecho un largo viaje en coche. He escuchado Helplessness Blues. ¿Te gusta la música? Dale una oportunidad a este disco, hazlo por mí, y por ti. Da igual que luego no te guste, puede ser que no te guste, pero... ¿y si luego te gusta? Para mí es una auténtica obra de arte. No hay mejor manera de empezar un disco que con el "So now I'm older" de Montezuma. Y es que no puedo destacar canciones de este disco, porque tendría que hacerlo prácticamente con todas. Una cosa que me ha llamado la atención hoy (antes no me había dado cuenta), es el ritmo de The Shrine / An Argument, probablemente mi tema preferido del disco. Dos maravillas unidas, ¿qué puede salir de eso? Cada uno que lo juzgue a su manera. El punteo de la guitarra y la voz de Robin Pecknold hipnotizan. Pelos de punta cuando grita. Y luego llega la segunda parte, donde no sabes si estás en un tres por cuatro, o en un siete por cuatro. Un desequilibrio que saca de la rutina del compás cuaternario.

Pero Helplessness Blues no es el único disco de esta banda de Seattle. Su anterior trabajo (Fleet Foxes), es un preludio. Un tanteo (con firmeza y, sobre todo, belleza); cimientos para asentar su peculiar estilo armonioso. Su fama llegó, sin embargo, más de la mano del EP Sun Giant, que contiene lo que ya es un himno entre los seguidores de este grupo: Mykonos, tema imprescindible para conocer las estructuras desestructuradas de sus acordes y ritmos.

Poco tiempo lleva esta banda formada (desde 2006), y ya se ha hecho un hueco en la cultura musical del folk. Es música elegante, culta, sobria, y a la vez informal, mística y sobrenatural. Es necesario escucharlos, y con esto me refiero a sentarse tranquilamente, o tumbarse, centrarse en la música, en cada arreglo, perderse con ellos...




Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de Fleet Foxes en Spotify con el nombre Fleet Foxes (OWS).

viernes, 2 de noviembre de 2012

En lo más profundo de América: The White Buffalo



'Till you blew in just like paper in the wind... Pura esencia sureña, desgarrador y melancólico.

Jake Smith echó sus raíces hace tiempo, entre la agrietada tierra del sur estadounidense y los acordes de la música de cowboy. Su estilo sencillo es, sin embargo, penetrante como pocos. The White Buffalo se dedica a poner música a historias que conmueven. Acompañado la mayoría de las veces solamente por su guitarra acústica, lleva la fuerza de la canción en su potente y grave voz, cálida, sobria, sin adornos. Melodías suaves, lineales, pero verdaderamente cargadas de significado. En ocasiones, emplea algunos violines que elevan a sus canciones a la categoría de banda sonora de una película épica del oeste. 

Tres EP son los que ha sacado hasta ahora: The White Buffalo EP (destaca el tema Love Song #1), Prepare for Black and Blue (con Oh Darling, What Have I Done) y Lost and Found. Pero The White Buffalo da la impresión que no toca para sacar discos. Simplemente llegan solos. Así fue como surgieron Hogtied Revisited (una obra completa de country con una magnética fuerza, y con temas profundos como The Woods, Damned o Wrong), y Once Upon A Time In The West (un canto a América, con historias desgarradoras, como en Ballad Of A Dead Man, The Pilot o Wish It Was True). 

Poco a poco, The White Buffalo se ha ido haciendo un hueco en la industria musical, consiguiendo un público leal, y cada vez más amplio. Sin embargo, no olvida que la magia de la música está en las actuaciones en directo. Por eso sigue tocando en un pequeño bar de Miami, La Perla del Mar. Sus directos son igual de conmovedores que sus grabaciones. Country de las profundidades, sobrio, y realmente único.



Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de The White Buffalo en Spotify con el nombre The White Buffalo (OWS).