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domingo, 5 de julio de 2015

Beware the boy: Jake Bugg




Jake Edwin Kennedy nació en 1994 en Nottingam, Reino Unido, y a día de hoy ha tocado en festivales tan importantes como el de Glastonbury. Cuesta creer que alguien tan joven tenga ya actuaciones tan grandes a sus espaldas, pero cuesta todavía más si se tiene en cuenta que lleva tocando la guitarra desde los 12 años y que nunca ha recibido clases musicales. Es todo un autodidacta que ha sabido inventarse en menos de una década como músico. "Pero bueno", me dirás, "si estamos cansados de ver gente en YouTube que toca de miedo y que jamás ha recibido ninguna clase". Es cierto, pero ¿cuántos de esos han triunfado  en el mundo de la música con 19 años? Espero que no me contestes ninguna barbaridad, que ya sabemos todos que hay chicos/as con cara bonita y poca vergüenza que son multimillonarios gracias al mundo del espectáculo (que no de la música). A lo que me refiero es que hay pocos compositores que triunfen en tan poco tiempo.

¿Qué tiene Jake Bugg para haber explotado (musicalmente hablando) de tal manera? No hay una sola respuesta.

Empezaré hablando de su voz. Jake Bugg tiene una voz nasal y potente. Así es como la describiría de forma rápida. Es una voz característica y como tal, para bien o para mal, no suele pasar desapercibida. Es cierto que conozco a gente que no le gusta la voz de Jake Bugg. “Está bien para un rato, pero luego cansa”. Lo entiendo e incluso lo comparto hasta cierto punto, pero a mí me sigue pareciendo una voz muy especial y atrayente.

Por otra parte está la guitarra. Jake Bugg tiene muchas canciones en las que el único acompañamiento de su voz son las seis cuerdas. Y para que una persona llegue lejos cantando simplemente con una guitarra lo tiene que hacer muy bien. Jake ha sido un buen autodidacta, y así lo acreditan sus canciones. Ya sea mediante un acompañamiento de acordes rasgados o mediante arpegios, sabe hacer que guitarra y voz encajen a la perfección y den ese toque especial a cada canción que marca la diferencia entre “una canción sin más” y “una canción que vale la pena”.

Si su voz y su guitarra son claves imprescindibles en su éxito musical, no son suficientes por sí solas. Jake Bugg, como muchos artistas antes, ha sabido combinar muy bien diferentes estilos. Folk, country y rock, principalmente. Pero si hay algo que de verdad caracterice a Jake Bugg son sus aires de chulería y confianza en sí mismo. Pues vaya, ¿no? Tenemos a un veinteañero famoso y prepotente, qué novedad. Espera, que aún es pronto para juzgar.

Primero hay que hablar de lo que llevo rondando cada vez más de cerca a lo largo del artículo: su edad. Sí, 19 añitos cuando empieza a salir a la luz. Si hacemos un poco de memoria, ¿qué clase de artistas nos vienen a la mente con esa edad? Efectivamente, los de la cara bonita que decíamos antes. Por eso, tener 19 años puede resultar un inconveniente. Jake Bugg se ha tenido que distanciar de esa clase de gente porque, desde un principio, debido a su juventud (y a su pelo de Beatle) la gente tendió a pensar que se trataba de otro showboy más. De ahí que haya decidido tomar el papel de chico duro. ¿Qué pasa entonces? Que la edad pasa de ser un posible inconveniente a convertirse en su principal aliado. Jake Bugg es considerado por mucha gente como el espíritu de un joven que defiende la buena música en tiempos en que los jóvenes sólo escuchan chunda-chundas infernales. Bueno, he de decir que yo no soy de esta opinión. Lo que sí es cierto es que este chico tiene un alma rockera que, aunque está en proceso de maduración, está dando sus primeros pasos de gigante como diamante en bruto que es.

Yo creo que lo que se saca de todo esto, al fin y al cabo, es que Jake Bugg es un chico de 20 años que hace buena música. Tampoco hay que darle muchas más vueltas (aunque creo que es tarde para decir esto, después de haberle dedicado un cuarto de hora al temita).


Y entonces, ¿qué es lo que tengo que esperar de la música de este hombre? Básicamente se puede resumir en: canciones acústicas y melódicas, por un lado; y canciones rockeras y ruidosas, por otro. Escasean las canciones que se sitúen en un término medio.

Su primer disco, titulado Jake Bugg (2012), tuvo bastante éxito y repercusión. Sin duda, es uno de esos discos que se cogen al azar y que, al escuchar las primeras canciones, uno está seguro de haber hecho el descubrimiento del año. El disco empieza con Lightning Bolt, un rock acústico con una fuerza sobrecogedora. Al escuchar esta canción por primera vez se abre una puerta, y lo que asalta la mente es la curiosidad de seguir descubriendo qué nos puede deparar este artista. La siguiente, Two Fingers, aunque tiene un ritmo más pausado, sigue teniendo un alma rockera. Mantiene las expectativas bien altas. Parece casi seguro que nos encontramos ante un chaval que sabe hacer un rock potente con alma salvaje y auténtica, sin necesidad de electrificar las seis cuerdas que toca. Taste It es el siguiente tema que, aunque tiene el mismo estilo, baja un poco el nivel con respecto a las dos primeras canciones. Entonces es cuando viene Seen It All como una bocanada de aire fresco. Un inicio suave y fluido que, aunque es bastante típico, contrasta de forma agradable con las anteriores canciones. Se abre la veda para las canciones acústicas y sensibles. Simple As This merece la calificación de "canción bonita". Es cálida y brillante. La guitarra y la voz característica de Jake Bugg permanecen en perfecta armonía durante todo el desarrollo de la canción. Todas estas canciones van preparando el terreno para las dos que, personalmente, más me transmiten: Country Song y Broken. La primera de ellas hace honor a su nombre y tiene un alma country que Jake Bugg sabe transmitir perfectamente con su voz y el punteo suave y delicado de su guitarra acústica. Por otro lado, Broken tiene una fuerza que no desprende del volumen de los amplificadores, sino de la emoción que consiguen desprender los desesperados arpegios del comienzo, así como el épico estribillo. Son dos obras maestras que bien se merecen una entrada en este blog. A partir de aquí es cierto que el disco pega un bajón notable. Es difícil mantener el listón de la primera mitad. Aun así, son dignas de mención Slide y, sobre todo, Someone Told Me, que, teniendo una armonía prototípica, contiene ese alma country que emana tranquilidad.

Al año siguiente salió Shangri La, un disco que, sin duda, tenía unas expectativas muy altas. A mi parecer, desgraciadamente, fue un profundo desatino. Jake Bugg, con su alma de adolescente incomprendido, llenó el disco de canciones ruidosas, con guitarras desgarradoras y melodías monótonas. Un ejemplo es la estrofa de Slumville Sunrise, canción que por lo menos tiene un estribillo más melódico. La mayoría de los temas presentan una estructura similar, y se empiezan a echar de menos estribillos que no se identifiquen por los gritos agudos de Jake y por las guitarras y baterías desatadas. Hay algunas canciones que se salvan, como Me And You, acústica y apaciguadora. Messed Up Kids tiene un "algo" que suena bien, aunque igual sólo sea el hecho de que su inicio me recuerda a alguna canción de Bruce Springsteen. Simple Pleasures es una canción un tanto diferente que, aunque sea debido a su contraste con el resto del disco, llama la atención.

El caso es que Jake Bugg empezó con una música rompedora y con mucho talento. Sus estilos acústico y rockero combinaban a la perfección, dotándole de un signo de identidad distintivo. Sin embargo, su esencia se fue deshinchando a medida que se fue desatando el ruido y centrando en los gritos y distorsiones sin sentido. 

Sin embargo, es pronto para juzgar que el arte de este chico fue un espejismo pasajero. Su segundo disco puede no haber sido adecuado, pero pueden llegar más que, a medida que madure la música (al tiempo que madura el autor), recupere el sentido y el espíritu del joven abanderado de la resurrección del alma rockera.





Puedes escuchar una lista de reproducción selecta de Jake Bugg en Spotify con el nombre Jake Bugg (OWS).

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